Concepto manifiesto

La práctica médica actual se ha caracterizado por la falta de tiempo: consultas rápidas, profesionales apresurados, médicos a menudo desconocidos para pacientes anónimos, son circunstancias por las que no se establece conexión entre el profesional y el paciente. Esta es la situación habitual en la atención de urgencias. Tal estado de cosas ha generado un gran descontento entre los pacientes, médicos y otros profesionales de la salud.

Los médicos se sienten incómodos y frustrados por la calidad de su trabajo, con la sensación permanente de que el control de su actividad se les escapa. El paciente se siente como un juguete en manos de una inmensa máquina que ¨kafkianamente¨ lo consume, no resuelve su problema y eventualmente lo empeora.

El uso inadecuado de la tecnología, con exámenes complementarios y procedimientos de alta complejidad, lidera la atención médica, generando la conocida situación descrita en el dicho: “la carreta delante de los bueyes”. En la práctica médica diaria, a menudo observamos esta situación. Es una cultura arraigada en nuestros días: el paciente intercambia breves palabras con el médico y le entrega una enorme carga de exámenes. O, justo después del inicio de la consulta, expresa la idea de que le gustaría hacer algunas pruebas, cuando no, dice que quiere hacer “todo lo que le corresponde”, justificando el costo de su seguro de salud.

La filosofía de Slow Medicine va en sentido contrario: rescata el tiempo como parte esencial del abordaje médico. El momento de escuchar. Slow Medicine comienza por escuchar con atención y respeto al paciente. Enfatiza el razonamiento clínico y la atención centrada en el paciente.

Después de las disciplinas básicas, cuando el contacto con el paciente pasa a formar parte de la formación del médico, el alumno aprende a recopilar una historia detallada, teniendo en cuenta tanto las principales quejas como la historia de la enfermedad actual. Aprende a analizar con detenimiento la información que le brinda el paciente, lo interroga sobre el funcionamiento de los diferentes sistemas y dispositivos, sobre su historial mórbido, pregunta qué medicamentos usa habitualmente, las intervenciones quirúrgicas previas a las que fue sometido, las enfermedades que ya sufriste. Investiga su estilo de vida y antecedentes familiares.

Posteriormente lo examina observando sus signos vitales y realiza un examen clínico completo, evaluando cuidadosamente los signos que le expresa el cuerpo del paciente. A partir de este conjunto de información, construye una hipótesis diagnóstica y, aunque no siempre es necesario, cuando es necesario solicita pruebas adicionales que puedan confirmar esta hipótesis.

Finalmente, elabora un plan terapeutico a proponer, que puede significar la prescripción parsimoniosa de medicamentos o la cuidadosa consideración de los riesgos y beneficios de las intervenciones diagnósticas y terapéuticas. O bien, puede optar por solicitar una evaluación especializada sobre la eventual necesidad de una atención más compleja por parte de un médico o profesional de la salud en áreas específicas: nutrición, fisioterapia, psicología…. No es raro que se limite a proponer un cambio en los hábitos de vida en lugar de prescribir “píldoras mágicas”, que muchas veces trae mejores resultados a largo plazo. O simplemente asegura al paciente que todo está bien y sugiere que solo se observe la evolución de la condición, adoptando el “retraso permitido”, colocando la observación clínica como una importante estrategia diagnóstica y terapéutica. Y, lo que es más importante, la situación no termina ahí. El regreso del paciente, su seguimiento, la evaluación de los resultados de la terapia son también etapas fundamentales de la buena práctica médica.

Slow Medicine no se opone al uso de la tecnología. Por el contrario, busca utilizarlo de manera racional y adecuada, teniendo en cuenta la evidencia científica actual.

Aunque parezca romántico, esta es la atención médica que hemos aprendido, y esta debe ser la forma en que se debe realizar la atención de la salud de forma habitual, sin importar la especialidad. Slow Medicine viene a rescatar esta forma de actuar, buscando la esencia del arte del cuidado, mediante el establecimiento de una relación sólida con los pacientes, y una experiencia común que involucre al paciente, el profesional de la salud, la familia y su comunidad, una relación que se prolonga en el tiempo, permitiendo la creación de vínculos estrechos y duraderos entre todas estas personas, para que se conozcan y se familiaricen entre sí. Sin duda, esta alianza terapéutica aporta resultados concretamente mejores para el paciente, el objetivo final de toda la atención médica.

Slow Medicine no se opone al uso de la tecnología. Por el contrario, busca utilizarlo de manera racional y adecuada, teniendo en cuenta la evidencia científica actual. Busca ofrecer lo mejor para ese paciente en particular, respetando sus valores y su individualidad. Con sobriedad, busca adoptar la moderación, actuando paulatinamente en lo que es fundamental: la búsqueda de una atención de calidad, reconociendo que hacer más no siempre significa hacerlo mejor.

Vivir con la diversidad de la práctica médica y el conocimiento de que la Medicina Complementaria (*) puede ofrecer alivio a los pacientes en algunas situaciones clínicas, es una actitud que forma parte de nuestra filosofía de trabajo. La búsqueda esencial es cuidado, mejora, alivio – apoyo. Y estos objetivos finalmente se logran mejor a través de prácticas menos agresivas, como el alivio del dolor a través de terapias físicas y acupuntura. El acto de cuidar, de interesarse con compasión por el sufrimiento de los demás y tratar de buscar alternativas para aliviar ese sufrimiento ya es terapéutico en sí mismo. La medicina complementaria siempre ha utilizado estos preciosos instrumentos: tiempo y escucha, proximidad e intimidad con el paciente.

Si bien estos principios deben aplicarse al cuidado de todos los pacientes, los ancianos se benefician enormemente de este enfoque. El anciano frágil es un individuo de alto riesgo de iatrogenia, tanto desde el punto de vista del uso descuidado de medicamentos como de la prescripción indiferente de investigaciones diagnósticas y procedimientos terapéuticos agresivos. Los ingresos hospitalarios intempestivos, especialmente en entornos hostiles como las unidades de cuidados intensivos, pueden ser extremadamente dañinos para las personas mayores y, además de provocar un sufrimiento indescriptible y a menudo innecesario, pueden significar el punto de inflexión para un proceso de deterioro progresivo de su salud,capacidad funcional y calidad de vida.

Slow Medicine destaca los aspectos multidisciplinarios de la asistencia sanitaria. Enfermeras, fisioterapeutas, psicólogos, dentistas, terapeutas ocupacionales, nutricionistas, logopedas, trabajadores sociales, farmacéuticos, todos tienen un papel fundamental en la atención del paciente y pueden contribuir a su bienestar. Aquí es importante señalar que estos profesionales también deben estar imbuidos de los principios de una atención adecuada y apropiada. No es infrecuente sugerencias de medidas invasivas e irrazonables, como la propuesta de pasar sondas enterales para soporte nutricional en pacientes con enfermedades avanzadas o en estadios terminales, como la demencia, por ejemplo, de miembros del equipo multidisciplinario y crear situaciones de malestar en la familia del paciente, muchas veces ya al límite de sus energías. Es fundamental que esta filosofía de atención impregne todos los campos de la práctica médica e influya en el equipo multidisciplinar.

Los principios bioéticos de beneficencia y no maleficencia, la máxima hipocrática “Primum non nocere”, deben estar siempre presentes en el pensamiento de los profesionales de la salud en cualquier proceso de toma de decisiones, así como el conocimiento científico actualizado. En el caso del ejemplo antes mencionado, la evidencia actual apoya que la nutrición enteral o parenteral de pacientes en la etapa final de la demencia es una mala práctica. La preocupación por el carácter transitorio de muchas conductas, así como la búsqueda permanente de actualización son fundamentales para ofrecer la mejor atención sanitaria a los pacientes.

Sabemos que el uso inadecuado de la tecnología tiene importantes implicaciones económicas. Los costos de la atención médica aumentan estratosféricamente, y siempre existe el espectro de la inviabilidad del sistema de atención médica pública. Slow Medicine invierte la estrategia del sistema y ciertamente reduce los costos, ya que enfoca principalmente en procedimientos de bajo costo y baja complejidad. Se enfoca fundamentalmente en el cuidado profesional, invierte en la persona, tanto en la que se preocupa como en la que se cuida y utiliza con cautela la tecnología adecuada. Respeta los valores y expectativas de las personas. Se enfoca en una reflexión cuidadosa e individualizada. Evita solicitar pruebas y procedimientos inútiles con resultados dudosos o ínfimos, a menudo a costos muy elevados. Todo sugiere que esta práctica puede tener impactos positivos en la reducción de los costos de la atención médica.

En el artículo que lanzó la idea de la Slow Medicine (Invitación a una Medicina Lenta – Alberto Dolara) ya se señalan campos y áreas que pueden beneficiarse del enfoque “Slow”. Entre ellas, destacan la medicina preventiva y las estrategias de cribado, que en ocasiones pueden desencadenar intervenciones innecesarias e iatrogenias; la aceptación de la historia natural de las enfermedades infecciosas, mediante el uso juicioso de la terapia con antibióticos y el respeto por el período de convalecencia; el seguimiento de las enfermedades crónicas, con el uso adecuado de la tecnología en situaciones de mayor riesgo y la búsqueda incesante de cambios de hábitos para un adecuado control; la atención hospitalaria a los ancianos y la planificación cuidadosa de su alta, situaciones en las que la prisa y la falta de un seguimiento adecuado sólo pueden significar reingresos tempranos; y cuidados al final de la vida, que sin duda mejorarían bajo el manto de Slow Medicine, porque en este contexto el tiempo, la comunicación hábil y compasiva, el apoyo espiritual para el paciente y su familia tienen mucho más que ofrecer que el abuso de los recursos tecnológicos . Recalcamos, una vez más, que dichos principios deben ser adoptados en la atención de pacientes de todas las edades, independientemente de su perfil cultural o socioeconómico, atendidos tanto en el consultorio, en urgencias o en el hospital (**). 

* Medicina complementaria: Las Prácticas Integrativas y Complementarias comprenden el universo de enfoques denominados por la OMS de Medicina Tradicional y Complementaria / Alternativa (Medicina Tradicional China / Acupuntura, Homeopatía, Fitoterapia, Termalismo).
** Artículo escrito con la colaboración y revisión del Prof.Dr. Dario Birolini..
Traducción a español por Sabrini Novaes.